viernes, 12 de julio de 2013

CINE VS TELEVISIÓN




En esta entrada me gustaría hacer una reflexión personal sobre los dos medios audiovisuales más importantes que tenemos actualmente, la televisión y el cine. Desde la subida de los precios en taquilla, la descarga ilegal de películas y el cierre de varias salas, el papel hegemónico del cine en nuestro país ha decaído en favor de la televisión. En mi opinión, este relevo en el poder audiovisual viene marcado por el papel que tienen ahora las series.


En los últimos años se ha producido una auténtica revolución en la calidad y la cantidad de las series. Si bien anteriormente conocíamos series como Friends, Los Simpsons, Scrubs, o algunas de carácter patrio como Aquí no hay quien viva o Siete Vidas; eran unas series entretenidas, que gustaban, te ayudaban a distraerte y a entretenerte unos veinte o treinta minutos y que no siempre seguían un hilo argumentativo estricto. Eran nuestra definición de “Serie”, pero en los últimos años ha habido una auténtica revolución con telefilmes como Breaking Bad, Homeland, Mad Men, The Walking Dead o la que más repercusión ha tenido en el panorama actual, Juego de Tronos.


Estas series han variado de los 20-30 mins. hasta los 50-60 mins. Las tramas sencillas, (que si por ejemplo un día te perdías un episodio no pasaba nada) pasan a argumentos intrincados, con una gran riqueza de personajes y escenarios. Revitalizan géneros como el de terror o el de fantasía y adaptan relatos e historias escritos para crear nuevas series. Tal vez uno de los éxitos sea este último, pues es mucho más fácil adaptar una novela a la pantalla en forma de serie que en película, ya que podemos recrearnos en personajes desconocidos, centrarnos en episodios y tramas determinantes y en general dedicarle más tiempo a la historia. Pongamos un ejemplo práctico, coged vuestra serie favorita, Juego de Tronos por ejemplo, e intentad resumir toda la primera temporada compuesta por 10 o 12 capítulos de 50 minutos en una película de 2 horas y media como mucho.

Eso es lo que ha ocurrido con franquicias como Harry Potter o Las Crónicas de Narnia. A la hora de pasarlos a cine, tuvieron necesariamente que quitar personajes, momentos importantes de la trama, hasta llegar, en algunos casos, a parecer completamente irreal y artificial la manera en la que se solucionaba el conflicto.


¡Ojo! Con todo esto no quiero decir que las series de antes no fueran buenas ni muchísimo menos, Friends y Scrubs estarán siempre en mi Top 10. Ni que antes no hubiese series como las de ahora, basta nombrar Los Soprano, The Wire o Hermanos de Sangre para darnos cuenta de ello.


¿Y ante todo esto qué ha hecho el cine para recuperar su hegemonía como medio audiovisual por antonomasia? Dos reclamos diferentes. Por un lado la incursión progresiva del 3D en las salas y el aumento en el tipo de resolución, pasando del 1080p a resoluciones como el 2K o el 4K. En el caso del 3D no ha surtido el efecto que las grandes productoras buscaban, pues es un medio que aún no es perfecto del todo, que es necesario el empleo de unas gafas especiales y que la entrada es mucho más cara. Además en películas como Lucha de Titanes o Avatar, tal vez sí que nos saliera rentable el aumento de precio, pues la gran cantidad de efectos especiales en 3D nos pueden retener en el asiento durante toda la película. Pero por el contrario, en otro tipo de films como El Discurso del Rey o Lincoln, el 3D es completamente innecesario convirtiéndose en un medio más relacionado con el mundo de las atracciones y el espectáculo, que con el propio cine.


La solución que está adoptando el cine actualmente es el aumento de la resolución de las cintas. Cada vez son más nítidas y más complejas. La imagen es increíblemente clara y se consiguen unos efectos que tardaremos en ver dentro de nuestros televisores. Como ejemplo me gustaría poner la última empresa de Peter Jackson, la adaptación cinematográfica del Hobbit. Pues más allá de que sea fidedigna o no al libro, el medio en el que está grabado, en 4K a una velocidad de 48 fps; es una gran innovación que estoy seguro que seguirán de ahora en adelante el resto de grandes producciones estadounidenses y poco a poco las europeas. 


Disculpad si el texto me ha quedado algo largo, pero llevaba ya tiempo queriendo hacer una revisión de este mundo audiovisual que a veces es tan importante y otras tan superficial.

Álvaro Sánchez Lamadrid.

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