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sábado, 17 de agosto de 2013

IL BABBO DI VENEZIA

 
 ¡Hola a Todos! En la entrada de hoy os quiero hablar de uno de los monumentos más conocidos de Venecia, el Campanile de San Marcos. Campanile se refiere a la torre campanario de la Catedral de San Marcos, que se situa frente a la misma de forma exenta al igual que otras famosas torres campanario como la Torre inclinada de Pisa. Su cuerpo principal, de ladrillo, es un prisma de base cuadrada de 12 m de lado y 50 m de alto, sobre el cual se asienta un campanario blanco con cuatro arcos por cara, que aloja cinco campanas, coronado todo a su vez por una aguja piramidal. Por tanto, el Campanile de San Marco es uno de los símbolos de la ciudad.

 Pero si os pregunto cuántos años tiene, ¿Qué me responderíais? Si buscáis en cualquier libro o página web encontraríais que se comenzó a costruir en el siglo IX, pero que tras una serie de reconstrucciones y restauraciones su aspecto original data del siglo XVI gracias a la mano de los arquitectos Giorgio Spavento y Bartolomeo Bon. Sin embargo, lamento deciros que el Campanile actual tan sólo tiene 101 años en lugar de los 499 que nos dicen que tienen.

¿Y todo esto por qué? Porque la torre que apreciamos hoy en día es una reconstruccion de 1912 de la torre original. Todo comienza en julio de 1902 cuando sobre la pared norte de la torre se descubre la presencia de una peligrosa grieta. El gobierno veneciano intentó salvar el monumento, pero la hendidura aumentó de dimensiones en los sucesivos días hasta que la mañana del Lunes 14 de Julio a las 9,47 el campanario de desplomó.



El campanile se convirtió en un montón de escombros. Sus piedras se esparcían por toda la plaza ante el desconsuelo de todos los venecianos que veían en el un símbolo de su identidad personal. Afortunadamente no hubo ningún herido, ni tampoco daños en los otros monumentos de la plaza (la Catedral, el Palacio Ducal, etc.) 

 




Tras el desastre, el gobierno veneciano se reunió para debatir una solución al problema, pues no iba dejar los escombros permanentemente en la plaza. Tres posibles soluciones se pantearon:

1. Limpiar la plaza de escombros y no hacer nada pues no se trataría del edificio original de 1514.
2. Construir un monuemento nuevo (otro campanile o otra cosa totalmente diferente)
3. Reconstruir el mismo campanile, igual que como era antes.

La primera opción se descartó rápidamente pues el campanile no era sólo uno de los símbolos de Venecia, también cumplia su función litúrgica como campanario de la catedral. Por tanto se debatieron entre las dos segundas soluciones.

Todo el que haya estado en Venecia, o haya visto algún documental de viajes relacionada con dicha ciudad sabrá que finalmente se decidió por restaurarlo igual que como era antes. Sin embargo, durante un tiempo se presentaron diferentes propuestas para reconstruirla, algunas muy originales como esta de Otto Wagner:


Sin embargo, por su importancia como símbolo no sólo de la ciudad de Venecia y de la región del Veneto, sino también por ser patrimonio cultural de sus habitantes, se optó por reconstruirla siguiendo los modelos del siglo XVI. De aquí nació la famosa frase relacionada con el mundo de las restauraciones artísticas: Com'era e Dov'era que significa restaurar algo "como era y donde estaba". El campanile fue el primer monumento reconstruido de esta manera gracias a Gaetano Moretti, discípulo de Luca Beltrami, fundador de una corriente restauradora llamada "El restauro Histórico".


Finalmente, el nuevo campanario que seguía las trazas de 1514 se inauguró el 25 de Abril de 1912 con ocasión de la fiesta de San Marco. Espero que os haya gustado y que si alguna vez viajais a Venecia veais a este gigante con nuevos ojos.

Álvaro Sánchez Lamadrid.


miércoles, 17 de julio de 2013

RECONSTRUIR EL PASADO

Hoy os traigo otro ejemplo de restauración arquitectónica. En este caso, una  relacionada con los grandes destrozos que se produjern durante la Segunda Guerra Mundial. Todos sabemos que cualquier guerra es muy perjudicial para cualquier tema de patrimonio, las destrucciones, los abandonos o el cambio de uso de cualquier edificio (ejemplo, convertir una ópera en un polvorín) acarrea grandes desastres en cuanto a la conservación de nuestros bienes culturales.

Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial fue especialmente dura dentro de este tema. Ciudades enteras quedaron reducidas a escombros, iglesias, museos, bibliotecas... Los bombardeos acababan con todo. Edificios emblemáticos de cada ciudad desaparecieron y cuando terminó la guerra se originó un gran debate: ¿debíamos restaurar los edificios?, ¿dejarlos en ruinas para recordar la barbarie humana? o ¿derruirlos de todo y construir una nueva ciudad sobre sus cenizas? En esta entrada os traigo uno de esos ejemplos, La Frauenkirche de Dresde.


La Frauenkirche de Dresde es una iglesia luterana de la época barroca construida entre 1726 y 1743. Arquitectónicamente, es una de las iglesias más destacadas de Europa y tiene la mayor cúpula de piedra al norte de los Alpes.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue totalmente destruida a causa del bombardeo de Dresde en 1945 por parte de la Royal Air Force británica (RAF) y las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF). Durante estos ataques contra la alemania nazi entraron en acción más de mil bombarderos pesados que arrasaron gran parte de la ciudad y desencadenaron una tormenta de fuego que consumió el centro histórico de la misma. Entre estos ataques la Frauenkirche (Iglesia de Nuestra Señora) quedó prácticamente destruida a consecuencia del fuego:


 Tras la guerra, la República Democrática Alemana decidió mantener las ruinas del edificio como un monumento que recordara la destrucción y la brutalidad de la guerra. En esta foto vemos cómo estaba en 1991, abandonada con rastro de vegetación entre las piedras.


Tras la caída del muro de Berlín en 1989, se decidió reconstruirla pues representaba uno de los símbolos de la nación alemana previa a la guerra, además de ser el principal monumento de Dresde. Por ello en 1994 comenzó su reconstrucción, finalizando ésta en 2005. Para ello contribuyeron a su financiación donantes de todo el mundo, siendo las más importantes la  “Sociedad para el fomento de la reconstrucción de la Frauenkirche de Alemania, Sociedad Registrada” y de la “Fundación Frauenkirche”, además del Banco de Dresde.

Hubo mucha polémica desde el principio, pues la gran mayoría de arquitectos e historiadores no querían que se reconstruiyese pues se contribuía a olvidar una parte tan imporante del pasado como era la barbarie de la guerra o el bombardeo de Dresde. Actualmente, muchos investigadores dicen que la actual Frauenkirche es una copia barata de la anterior pues casi fue reconstruida por completo.

Sin embargo, el proyecto supo ingeniarselas para aunar historia y modernidad y conseguir de esta manera recordar el pasado sin renunciar al mayor símbolo de Dresde. Y esque las partes de la iglesia que no se habían derrumbado se mantuvieron sin tocar y se reconstruyó el resto. Para ello usaron una infinidad de ladrillos calcinados que actualmente recorren todo el cuerpo del edificio, además de la consolidación de uno de los ábsides.

En esta fotografía actual podemos ver cómo quedó el ábside de la iglesia. Por el color de las piedras podemos distinguir perfectamente lo nuevo y lo viejo dando al edificio una apariencia única:




Así que bueno, ¿qué os parece? En mi opinión es una gran manera de solucionar un conflicto como éste sin perder la memoria histórica en el proceso. Pero, ¿Qué hubieseis hecho vosotros? ¿Dejar las ruinas, derruirlo y construir otra cosa?


Álvaro Sánchez Lamadrid


miércoles, 26 de junio de 2013

JUGAR AL MECANO. LOS TEMPLOS DE ABU SIMBEL





Todos conocemos la famosa frase “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”. Parece imposible que esto ocurra, pero qué pensaríais si os digo que algo similar ocurrió dentro del mundo del arte.
Y esto es cierto, amigos, nos debemos mover al mundo egipcio para ver este prodigio del conocimiento humano con uno de sus grandes símbolos: los templos de Abu Simbel ubicados en Nubia, al sur de Egipto, cerca de la ribera del lago Nasser. Estos edificios, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979, componen uno de los grandes testimonios histórico-artísticos del Egipto de la época del Imperio Nuevo, ya que fueron levantadas durante el reinado de Ramsés II, en el siglo XIII a. C.
La historia de estos monumentos ha estado siempre cubierta de un halo de romanticismo propio del siglo XIX. Durante este siglo se tenía una apego especial a los paisajes de civilizaciones anteriores en ruinas y esto se manifestaba en las pinturas: Conventos abandonados dentro de un bosque, el Partenón de Atenas o grandes iglesias góticas en ruinas. Tras los viajes de Napoleón en 1798 a Egipto, los restos de aquella civilización se añadirían a la lista pues tras la caída del poderoso imperio egipcio y su posterior anexión como provincia al Imperio Romano; los templos egipcios dejaron de utilizarse. Esto hizo que todos sus monumentos cayeran en el olvido durante siglos, cubriéndose por capas y capas de arena, ocultándose la gran mayoría al ojo humano. Os dejo en la imagen un cuadro claramente romántico en el que podemos observar  el estado en el que se encontró Napoleón la esfinge durante su expedición a Egipto en Marzo de 1798.


 Sin embargo, en el caso de Abu Simbel, su redescubrimiento no se produjo hasta 1813 cuando el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt lo visitó. Éste encontró semienterrado en la arena una enorme cabeza de seis metros que correspondía a la escultura monumental del lateral izquierdo del conjunto. Éste corrió la voz de su descubrimiento y en la década de 1849 a 1859 se consiguió desenterrar casi por completo todo el templo de Ramsés II. Aquí os dejo una estampa de la época.






 Después de vivir tantas penurias, este monumento tuvo que afrontar un nuevo problemas, más peligroso incluso que la gran masificación de los turistas y fue la creación de la presa de Asúan. Si recordamos las lecciones de historia del instituto, nos acordaremos de que la cultura egipcia está íntimamente relacionada con el río Nilo y sus famosas crecidas. Éstas fertilizaba las riveras creando el limo y sobre ellas los habitantes cultivaban sus alimentos. Gracias a esto la cultura egipcia se convirtió en una de las más importantes de la historia rivalizando con la mesopotámica, la helénica o incluso la romana.
Sin embargo, en la época contemporánea estas impredecibles crecidas del río perjudicaban mucho a la población, ya que arruinaban cosechas y generaban grandes hambrunas. Por lo que el gobierno egipcio en 1956 anunció la construcción de una nueva presa en Asuán que regulara el nivel de las inundaciones para proteger las tierras de labor y los campos de algodón. Sin embargo, esta medida supuso una gravísima amenaza para los monumentos nubios.
Esto suponía que al estar de ahora en adelante las crecidas más controladas, el nivel del rio permanecería constante “engullendo” a los más de 30 templos situados cerca de las orillas bajo sus aguas y perdiéndose para siempre. No obstante, la presa era necesaria para el bienestar de la población, cansada de ver como el río les destrozaba constantemente las cosechas y les inundaba las casas dejando tras de sí el limo, un barro pegajoso que ensuciaba todas las casas.
De esta manera, la UNESCO realizó un llamamiento internacional instando a las grandes potencias mundiales para que realizasen una serie de ayudas con el fin de salvar los templos de Nubia. Gracias a estas donaciones muchos templos fueron salvados entre ellos los de Abu Simbel, pero otros quedaron bajo las aguas del Nilo en dónde continúan hoy en día.
El rescate de los templos de Abu Simbel comenzó en 1964 por un equipo multinacional de arqueólogos, ingenieros y operadores de equipo pesado que trabajaron junto bajo el estandarte de la UNESCO. En total, costó unos 40 millones de dólares de la época. Entre 1964 y 1968, todo el sitio fue cuidadosamente partido en grandes bloques, de un promedio de 20 toneladas y un máximo de 30 toneladas cada uno. Los templos fueron desmantelados, elevados y reensamblados en una nueva ubicación 65 metros más alta y 200 metros más lejos del río, en uno de los mayores desafíos de la ingeniería arqueológica en la historia. Con esto se consiguieron salvar de la creacida del río, pues su emplazamiento original actualmente se encuentra bajo las aguas.
La colina en dónde se asentaban estos templos fue recreada artificialmente a base de tierra, arena y grandes estructuras metálicas. En ella se excavó el interior del templo, en donde se estableció el mismo interior. Además se colocó un complejo sistema climático que ayudaba a mantener la humedad necesaria para que las pinturas murales se mantuviesen estables.
Las imágenes que tenemos de su desmonte son impresionantes.


                                                                                                             


 




Así que ya sabéis una curiosidad nueva sobre el antiguo Egipto. Si algún día vais a Egipto y podéis ver estos templos, acordaos de buscar las líneas de unión, casi imperceptibles, pero si las buscas están ahí.
Álvaro Sánchez Lamadrid.

miércoles, 19 de junio de 2013

UN LAVADO DE CARA, LA CATEDRAL DE BARCELONA

Tal vez haya muchos que no saben cómo es la Catedral de Barcelona, sin embargo, ya sólo por el nombre nos imaginamos un gran edificio gótico, imponente, con sus gabletes, sus torres en aguja y sus arcos ojivales. Tal vez no nos equivoquemos pues al exterior la catedral de la Santa Cruz y Santa Eulalia (su nombre real) nos muestra esta imagen:

Como podemos ver, es un prototipo de Catedral Gótica, de esas que ya estamos tan acostumbrados a ver que nos parecen todas iguales. Pero en esta nueva publicación os quiero rebelar un pequeño secreto, esta vez relacionado con el maravilloso mundo de la restauración arquitectónica.


Como he dicho anteriormente, esta catedral es muy genérica, tiene todo lo que esperamos ver en una catedral: Grandes torres puntiagudas, una enorme portada principal destacada y coronada por un enorme gablete, grandes vidrieras de colores, gran decoración arquitectónica… Sin embargo, esta predisposición que tenemos al ver una catedral tiene su origen en el Movimiento Restaurador en Estilo o también llamada Restauración Estilística; concepto creado por el famoso arquitecto-restaurador Viollet Le-Duc en el siglo XIX.

¿Y qué era lo que proponía esta teoría? A grandes rasgos Viollet Le-Duc  proponía devolver a la arquitectura su unidad estilística, homogeneizarla en su determinado estilo artístico. ¿Y esto qué significa? Pues que a la hora de restaurar un edificio en ruinas debía reconstruirse en el estilo que estaba hecho, es decir, una catedral gótica debe tener grandes torres, una enorme portada, gabletes, etc. Y se debía reconstruir con todos estos elementos aunque el edificio en un origen nunca hubiese tenido torres ni arcos ojivales ni nada de esto; si es una catedral gótica DEBE tenerlos.

Para ello Viollet Le-Duc se sacaba de la manga todos estos elementos que en el edificio original no estaban, dando una imagen nueva al monumento. Hay muchísimos ejemplos de reconstrucciones siguiendo estas teorías, ya que tuvieron una gran influencia en toda europa.

Y en este artículo os traigo un ejemplo que nos pilla de cerca: La Catedral de Barcelona. Tal vez uno de los mejores ejemplos de restauración estilística que tenemos dentro del país. Con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (1888) se convocó el concurso para la edificación de la fachada en el año 1882, estableciendo como criterio estilístico a seguir el gótico. Fue adjudicado a Josep Oriol Mestres, arquitecto titular de la catedral desde el año 1855.


Ahora os voy a enseñar una imagen de cómo estaba la catedral antes y después de la restauración:





Tal vez una imagen vale más que mil palabras, pues vemos que literalmente se han inventado completamente la fachada, respetando únicamente (y poco) los ventanales del primer 
piso. Y esque esto es la restauración en estilo: si el edificio original no se parece en nada a lo que DEBERÍA ser una catedral gótica, reconstruyámosle añadámosle un par de torres campanarios, construyamos algunas vidrieras nuevas,  esculpamos alguna que otra gárgola nueva, etc.

Aunque a primera vista no lo creamos, esta teoría restauradora fui muy seguida y repetida en diferentes edificios tanto españoles como europeos y americanos. Por esta razón es por la que estamos cansados de ver tantas catedrales tan similares, porque todas repiten más o menos los mismos elementos característicos del gótico.

De esta manera obviamos completamente la historia del edificio, pues se tiende a pensar que los monumentos nunca se han tocado desde el momento en que se construyeron y eso es totalmente falso. Todos los edificios han tenido su vida y algunos de ellos mantienen ocultos muchos secretos y curiosidades como ésta. Secretos que poco a poco os intentaré ir contando con estos artículos.

Así que ya sabéis, cuando vayáis de visita a Barcelona un día de estos y paséis por la catedral que no os engañen, pues no es oro todo lo que reluce.

Álvaro Sánchez Lamadrid.